Carcasona y Muret en diciembre

Prólogo. "Ànima Mare". Después de un breve preludio orquestal, el Bardo de los Pirineos, un personaje intemporal, presenta la trilogía. Los Pirineos son "alberg de tots los esplendors, refugi de tot proscrit i pensador, i emparo de tota llibertat i tota escola". Tal como una visión lejana, se oyen cantos monacales, y se divisa el castillo de Foix y las cortes de amor trovadorescas. Se narra el desastre de los cátaros y la desaparición del mundo occitano bajo el yugo de la Inquisición y las tropas francesas. Después de vaticinar la venganza de los almogávares y de oír el coro de los vencedores de la jornada de Panissars, acaba el Prólogo en medio de un suntuoso Aleluya final.

Acto I. "El comte de Foix". En la sala de armas del castillo de Foix, en medio de una tormenta, los trovadores Miraval y Sicart se lamentan de la llegada del legado papal. Sicart aún cree en una profecía sobre Foix que asegura que éste será defendido por un ejército que resurgirá de las piedras del palacio. Entra la Condesa reafirmando la creencia y da paso a los juglares –que realizarán una danza– así como a una juglaresca morisca, Raig de Lluna, hija de un rey de Granada y convertida al cristianismo. Ella es el personaje central de la ópera; interpreta La mort de na Joana, la canción simbólica de la Provenza. Después se abre una verdadera corte de amor: Gemesquia interpreta una tenzó, Miraval un plany, i Sicart un sirventès, "Ai Tolosa, ai Provença". Cuando toda la audiencia se inmiscuye en la melancolía del canto de Sicart, aparecen el legado y los inquisidores, y mandan callar tales cantos de oprobio y pecado. La Condesa les hace frente mientras la tensión aumenta: el legado ha ordenado izar la bandera eclesial. La condesa Ermessenda intenta detener al cardenal. En un gesto teatral, el legado lanza una maldición a todos los presentes y los amenaza con castigos eternos. Pasado el miedo, unos golpes hacen caer el suelo: aparecen el conde Roger Bernat y sus soldados, quienes toman y aprisionan al legado y a los inquisidores.


Acto II. "Raig de Lluna". Entrada la noche. Se puede oír el canto de la misa de difuntos. Raig de Lluna y Sicart buscan al conde de Foix, refugiado en el monasterio de Bolbona. Un monje les informa que el conde yace muerto, y que se disponen a enterrarlo en el panteón. Raig de Lluna no lo puede creer, y lo descubre. Los dos intentan convencer al conde para que abandone el monasterio, para así comandar la revuelta contra los franceses; el conde lo ve todo perdido y se niega rotundamente. Viendo que sus argumentos no lo pueden doblegar, Raig de Lluna llama al espectro del difunto Ramon Roger para que éste cumpla la promesa de ayudar a los hijos de Estela de Aura. El conde reacciona y accede. Entre la euforia, llega Corvari con malas noticias: Montsegur ha sido preso, y la Inquisición ha quemado a todos sus habitantes, dispersando todas sus cenizas. Aparece el inquisidor Izarm. El conde, en un acto de valentía, se entrega; sabe que lo quemarán y quiere de esa manera pagar el pacto que, erróneamente, firmó con los franceses.


Acto III. "La jornada de Panissars". La acción transcurre de noche en el campamento de los almogávares. Las tropas francesas de Felipe el Valeroso se retiran. Raig de Lluna cava una fosa; ha envejecido. Llombard y Lisard hablan del desastre de los franceses. Lisard es, en realidad, una doncella, Lisa, disfrazada de guerrero, enamorada del rey Pere. Una grupo de almogávares piden a Lisard que entone una trova, la "Cançó de l’estel": una chica enamorada de una estrella que muere de añoranza, un nuevo símbolo. Raig de Lluna enaltece a los guerreros con lo cant dels almogàvers: "Desperta ferro, firam!". Cuando acaba el pasaje coral entra Roger de Llúria; pide a Llombard que deje el paso a las tropas francesas por causa de un compromiso con el rey. Solamente si se oye tocar tres veces el timbal real los soldados podrán lanzarse encima de los enemigos. En la escena siguiente el nuevo comte de Foix, Roger Bernat III, se encuentra con Roger de Llúria. El conde sirve ahora al rey francés y viene a pedir, en vano, una tregua al capataz de los almogávares. Mientras los dos salen de escena, Raig de Lluna instiga a Lisard a tocar la contraseña. Después, la juglaresca anima a Llombard para que despierte a los almogávares. Suena el timbal real, y los almogávares reprimen rápidamente a los franceses: resuenan los cánticos victoriosos y entra en escena Pere, rey de Aragón. Raig de Lluna se deja caer en la fosa. Los Pirineos son ya libres.